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Si tomamos a una amante de los libros que vive en Nueva York, y
le pedimos que mantenga correspondencia durante veinte años
con una librería de Londres; y si además esa Neoyorquina es escritora;
y si, por si fuera poco, conseguimos que el fino hilo de la amistad surja
entre ambas orillas del Atlántico. Entonces tendremos esta joya de la
literatura epistolar, que el otro día cayó en mis manos por casualidad.
1 comentario:
Me lo apunto, me gustan muchos los libros que recogen correspondencia.
Un beso
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