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domingo, mayo 21, 2017

¿Arte?

Este cuadro se acaba de subastar por 99 millones de dólares
Si te pillan pintando esto, te caen 100 euros de multa

Repetición








La repetición debería encabezar la tabla de los pecados capitales, ya que supone un desperdicio del bien más escaso del que nos provee la vida: el tiempo.





martes, mayo 09, 2017

Mi epitafio





Cuando muera, quiero que en mi epitafio aparezca este texto:



Murió haciendo lo que más le gustaba: Vivir.





lunes, mayo 08, 2017

Al principio no suele ser amable





El hombre contemporáneo teme, sobre todas las cosas, quedarse a solas
consigo mismo. Ese es el motivo por el que siempre busca actividades para
mantener su mente distraída.

Si estás planchando te pondrás la radio para oír qué te cuentan y evitar de
ese modo escuchar lo tú quieres decirte, pero no te atreves a escuchar.

Si estás tumbado en el sofá de tu salón, encenderás la televisión y, aunque
todas las cadenas emitan programas basura, mantendrás sujeto el mando a
distancia con la misma ansiedad con la que tu consciente rechaza contactar
con tu interior, con tu abismo.

Si viajas sentado en el tranvía, entre una multitud de viajeros que te incomodan
-como tú les incomodas a ellos-, sacarás el móvil y recorrerás infinitud de redes
sociales, que en realidad son vertederos de soledades. Si levantas la vista del
móvil y echas un vistazo fugaz a tu alrededor te verás reflejado en muchos viajeros
que, a modo de avestruces tecnológicas, esconden sus cabezas en la pequeña
pantalla de su smartphone.


Pero si una vez detectado el problema decides ir eliminando esas distracciones 
paulatinamente (en el caso de que tengas la suficiente sabiduría y energía para 
dar ese paso), te prevengo del momento en el que definitivamente acabes 
conversando con tu interior. Entenderás por qué lo evitaste anteriormente 
con tantos artificios. Al principio no suele ser amable contigo.






Arvo Pärt: Frates (for cello and piano) (1989)

martes, mayo 02, 2017

La liturgia de la electrocución







Thomas era un enamorado de la ciencia que vivió en un pequeño pueblo de un gran estado americano en los años en los que la energía eléctrica  comenzó a extenderse por el país como una inmensa mancha de aceite.
Tuvo siete hijos con Margaret a quien conoció sirviendo unos muebles en casa de sus padres, el reverendo y la señora Smith.
Sin ninguna formación superior, Thomas se consideraba un autodidacta por amor a cualquier artilugio  moderno y tenía un pequeño cuarto repleto de esos cachivaches en el sótano de su casa.
Según iban cumpliendo el primer año de vida sometía a sus hijos al "bautizo de la ciencia" como lo llamaba él y que consistía en vigorizarlos sometiéndoles al embate de la corriente eléctrica. Se trataba  de "bautizos" diferentes, lógicamente sin invitados, ni regalos, ni opíparas viandas: solo la silla de madera, las correas, los hierros anillados a los dedos de ambas manos, el interruptor con forma de estribo, la falta de aliento, las convulsiones y el abrazo final. La liturgia de la electrocución se repetiría una vez al mes hasta que alcanzaran la mayoría de edad.
De los siete hijos únicamente le sobrevivieron hasta esa onomástica tres vástagos. A Thomas se le podía ver por el pueblo presumiendo de hijos. "Ni un catarro me han cogido, ni una enfermedad en toda su vida gracias a los milagros de la ciencia".





lunes, mayo 01, 2017

Philip Glass - Etudes 1-10

EL FUEGO DEL INFIERNO




Es mayoritaria la opinión de los que piensan que el fuego del infierno tiene como función la de causar tormento en las almas pecadoras, es decir rebeldes. 
Los menos, consideran que su misión es la de purificarlas.
Yo pienso, sin embargo, que puede tener el efecto de la fragua sobre el acero y concedernos la dureza que nos ayude en momentos de fatiga existencial. 

¡Bienaventurados los que regresaron, aún vivos, del infierno!