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viernes, diciembre 25, 2015

El hombre devorado






En el intrincado y variado mundo de los sueños, a veces, aparece uno que destaca sobre los demás, que nos suele despertar y al que le damos vueltas un buen rato buscándole una explicación.Pues bien, esta Nochebuena, me he despertado con este breve sueño:

Un hombre era devorado por una jauría de lobos dentro del agua. El cuerpo estaba suspendido en el líquido elemento mientras recibía las embestidas furiosas de las fauces de las bestias. Yo observaba esa escena en una pantalla de televisión y me asqueaba de tal modo que intentaba cambiar de canal con el mando a distancia, pero era en vano ya que en todas las cadenas emitían la misma escena. 

Las potentes imágenes me transportaron inmediatamente al confort de la vigilia en la que intenté buscar una interpretación. A diferencia de otras ocasiones en las que la búsqueda es inútil o tarda mucho tiempo en dar sus frutos, esta vez la respuesta llegó inmediatamente:

El hombre que muere en el agua no es otro que Jesús que es devorado por nosotros, los hombres.Los cristianos celebramos ese sacramento al que llamamos comunión. Lo más curioso del caso es que  he tenido el sueño(o él me ha tenido a mí) precisamente la noche en la que celebramos su nacimiento.
Tengo que aclarar que no soy un cristiano practicante. Tan solo lo soy de nacimiento y educación, lo que añade aún más misterio al sueño.






sábado, diciembre 19, 2015

Entrevista a Jorge Luis Borges en 'A Fondo' (1976)

El aprendizaje de escritor






Tras la muerte de Jorge Luis Borges, han ido apareciendo en cajones, bolsillos o cajas de galletas escritos que permanecían ocultos. Entre esa documentación se encontró una cinta magnetofónica grabada en Nueva York en 1971. Está formada por un seminario que impartió Borges sobre la escritura. Pues bien, finalmente se decidió transcribir lo que dio vida al libro El aprendizaje del escritor, del que os acerco este interesante fragmento.



"Este es una especie de misterio central: cómo se escriben mis poemas. Puedo estar caminando por la calle o subiendo y bajando las escaleras de la Biblioteca Nacional y, de pronto, siento que algo va a ocurrir. Y luego surge algo, que puede ser un cuento o puede ser un poema, ya sea en verso libre o en alguna forma cerrada. Lo importante en este punto es no falsear. Debemos, a fin de no ser ambiciosos, dejar que el Espíritu Santo o la musa o el inconsciente -si prefieren la mitología moderna- hagan lo suyo con nosotros. Ya que cuando yo escribo algo, tengo la sensación de que ese algo preexiste. Pero no tengo la sensación de inventarlo; las cosas son así. Son así, pero están escondidas y mi deber de poeta es encontrarlas. Por eso, en el debido momento, si no me he estado engañando, me será dad una línea, o quizá alguna vaga noción -acaso una imagen- de un poema, todavía lejano. A veces, apenas puedo descifrarlo; luego esa forma borrosa, esa vaga nube, cobra forma, y entonces oigo mi voz interna que me dice algo. Desde el ritmo de lo primero que oigo, eso me deja sospechar si voy a escribir un poema blanco o un soneto. Esta es una forma de hacerlo.
....
Quien es un poeta lo es siempre, y se ve asaltado por la poesía continuamente. Yo no creo que un poeta pueda sentarse deliberadamente a escribir. Si lo hiciera, nada que valga la pena puede resultar de eso. Yo hago lo posible por resistir esa tentación. ¡En ocasiones me pregunto cómo he llegado a escribir varios poemarios! Sin embargo, yo dejo que los poetas insistan, y a veces son tan obstinados y tenaces que consiguen abrirse camino conmigo. Es entonces que pienso: si no escribo esto, seguirá insistiendo y preocupándome; lo mejor que puedo hacer es escribirlo. Una vez escrito, sigo el consejo de Horacio y lo hago a un lado por una semana o diez días. Y luego, por supuesto, descubro que he cometido muchos errores flagrantes, de modo que los pulo. Luego de tres o cuatro intentos, me doy cuenta de que no puedo hacerlo mejor y que cualquier variación podría arruinarlo. Es, pues, entonces que lo publico."

jueves, diciembre 17, 2015

En todo me faltas






Del estéril intento de escribir un poema sobre el duelo por la muerte de mi madre, solo debo rescatar la siguiente reflexión:

Todas las madres provocan el llanto en sus hijos en los dos momentos en que se separan de ellos, el parto y la muerte.