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domingo, noviembre 12, 2006

EL VERGONZOSO VOTO DEL VETO.


Ayer se volvió a consumar en la ONU otro
acto de deshonra que ha dejado un tufo
insoportable flotando sobre los tejados
de nuestros hogares.

Un nuevo veto de los EEUU ha impedido que
se apruebe una declaración de condena de
la masacre de 18 niños y mujeres que produjo
Israel esta misma semana contra el pueblo
palestino.

Creo que la gravedad de este hecho tiene
que hacernos reflexionar a todas las personas
de bien que quedemos en el mal llamado primer
mundo. Y ahí va la mía.

Lo primero es desenmascarar al estado de Israel
que tiene encerrado en un gigantesco gueto al
pueblo palestino sabedor de que goza de plena
impunidad para hacer lo que quiera por muy
graves que sean sus crímenes. Desenmascararle
porque siempre ha argumentado que lo hace
en defensa propia o para vengar los ataques
terroristas y en los últimos meses ya han
asesinado a cuatrocientos palestinos, la mayoría
mujeres y niños, y no ha habido ninguna víctima
israelí. Desenmascararle porque alegaba que el
problema era Yaser Arafat, tesis apoyada por
algunos gobiernos occidentales, y ahora que
ya está muerto vemos que la situación del
pueblo palestino no hace sino empeorar.
Desenmascarale, ya que el verdadero interés
del Estado Israelí y del pueblo israelí, no lo
olvidemos, es tener a los “molestos” palestinos
sometidos y asfixiarles mientras el resto
del mundo mira a otro lado como acabamos de
ver con este veto vergonzoso a la resolución de
condena en la ONU.

Lamento tener que hablar tan claramente y
tener que dejar un mensaje tan desesperanzador
para todos los palestinos, pero me gustaría que
quedara claro que no todos los países occidentales
estamos de acuerdo con esta política.

Mi país España y la inmensa mayoría de sus
ciudadanos os apoya y asiste avergonzada e impotente
ante esta situación. Ayer en una emisora de radio
se entrevistó a una mujer palestina embarazada
que contó sus peripecias para poder ir al
ginecólogo, teniendo que sortear el muro,
controles y mofas de soldados israelíes, y
demás humillaciones e inmediatamente
se colapsó la centralita de la emisora con
llamadas de oyentes indignados.
Esta empatía de mi país, de la que me
siento orgulloso, por los abusos frente a los
débiles tiene una explicación en el pasado
colectivo que nos llevó hace quinientos años
a ser imperio, situación que nos enseñó después
de muchos errores a comprender que el abuso
del poder con los pueblos oprimidos es el
principio del fin para el opresor y que
esta actitud es un acelerante para el ocaso
del imperio.

Pero actualmente hay un nuevo imperio,
los EEUU, que lleva poco tiempo en el
ejercicio del poder, lo que le hace caer en
los errores propios de la juventud.
Este imperio también caerá por su propio
peso y aunque en este caso me atrevo a predecir
que su duración será la más breve de cuantos
imperios han gobernado este planeta, todavía
tendremos que soportar con asco y desánimo
espectáculos como el veto dado ayer para
la condena del último genocidio consentido,
palestina.