Seguidores
domingo, diciembre 27, 2009
LA CONVERSACIÓN DE JULIA (1ªParte)
Deambula sola por la avenida. Apenas se cruza con nadie.
La tarde está nublada; tanto que minúsculas gotas acaban
golpeando su cara. A Julia no le gusta el frío. No es un día
para salir a pasear, pero no puede seguir encerrada en casa.
Su habitación es su celda. Su mente es su cárcel. De la
primera ha conseguido escapar, pero sigue presa de la segunda.
Arrastra con ella sus pensamientos como un saco repleto de
piedras. Se detiene delante de un escaparate. Observa los
vestidos colocados de forma golosa sobre los maniquíes, pero
su imaginación vuela lejos. Enciende un cigarro y persigue con
la mirada el humo ascendente, que fluye de la incineración y
que alcanza la bombilla de la farola que ilumina el escaparate,
a Julia y su pitillo. Nadie le puede ayudar a desenredar la
madeja de sentimientos que le tiene absorta desde ayer.
Todo comenzó al meterse en la cama. Casi instantáneamente,
le cubrió un profundo sopor que le llevó al mundo de lo
onírico . Normalmente Julia no suele recordar sus sueños.
Hasta la pasada noche. Esto es lo que soñó, o vivió:
---------------------------------------------------------
- Julia- susurró una voz.
Con la vibración de sus tímpanos se pusieron en marcha los
centros nerviosos, pero el melodioso tono que los golpeó no
activó su atención, y tan solo provocó que se diera la vuelta
apoyando el cuerpo sobre su costado derecho.
-Julia- repitió la voz -. Despierta.
Julia se incorporó, pero no era su lecho sobre el que reposaba
sino una lujosa cama con dosel, y su diminuto cuarto aparecía
convertido en una lujosa estancia versallesca decorada
hasta el asombro, con enormes espejos barrocos y profusión de
telas y sedas recubriendo las paredes. La nueva ubicación la
paralizó unos instantes. Giró la cabeza a la izquierda y vio
sentado en un taburete, tapizado de terciopelo rojo, junto
a la cama, a un extraño que la observaba con una leve sonrisa.
-¿Quién eres?-preguntó asustada-. Y ¿dónde estoy?
-Todo a su tiempo Julia-le contestó con voz tranquilizadora-.
Estás en la habitación del diálogo y tú eres mi interlocutora;
tan solo vamos a charlar. Tan sólo eso.
Aunque las circunstancias llevasen a todo lo contrario, Julia se
encontraba tranquila al escuchar al individuo que parecía
tenerla secuestrada.
-¿Por qué yo?
-Porque eres una persona normal.
-¿Qué quieres de mí?
-Ya te lo he dicho -contestó con afabilidad-. He venido a
charlar contigo. Quiero desnudar tu alma. Las palabras
serán mis manos; y quiero que tú vistas mi vacío.
-¿Y si no quiero participar en tu juego?
-Jugarás -dijo riendo, y apoyando las dos manos sobre las
rodillas continuó-. Eres más una ficha que se desplaza
sobre un tablero, que una jugadora. Pero yo te daré vida
para que saltes del tablero y te sientes frente a mí.
Julia lo contemplaba en silencio. Excitada. Ante si, a
un brazo de distancia, se sentaba un hombre mayor que
ella pero de edad indefinida. Vestía unos vaqueros y una
camisa negra. De complexión fuerte pero fibroso. Los ojos
grandes e inquisitivos, emanaban seguridad. Los labios
aún no estaban afilados por el tiempo. Las manos finas
y bien perfiladas, no habían trabajado el hierro, ni la
piedra, ni la tierra.
-¿Por qué elegiste el sueño para poseerme?-preguntó
Julia en un repentino llanto-. No sé que me sucede,
no tengo miedo pero al mismo tiempo lloro de miedo.
-Elegí el sueño el día del reparto con mi hermano-contestó
mientras tomaba con ternura las manos de Julia entre
las suyas-. Él prefirió el día, la luz y el cielo; mientras
yo me quedaba con la noche, la luna y el sueño. La tierra
sería de los dos ya que ninguno renunciamos a ella.
-¿Quién es tu hermano?-inquirió Julia, temerosa de la
respuesta.
Él sonrió ante la hábil pregunta, le soltó las manos, se
irguió sobre el taburete y, sin apartar la mirada de sus
ojos verdes, contestó.
-Mi hermano es aquél a quien rezáis cuando tenéis miedo.
Él inventó el abismo y me colocó al fondo. Fue una jugada
maestra. Tiñó vuestra sangre del miedo rojo y encadenó
vuestros ojos al cielo infinito en la búsqueda de su protección.
-Entonces tú eres...
-Sí.
(continuará)
(@el grito en el cielo)
Suscribirse a:
Enviar comentarios (Atom)
No hay comentarios:
Publicar un comentario