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miércoles, julio 18, 2012

EL RENACER DE SIDDHARTA

Fue aquel instante, cuando se balanceaba por encima de la corriente del agua, dispuesto a destruirse. Había sentido esa desesperación, esa profunda repugnancia, pero no se dejó vencer; el pájaro, la fuente y la voz de su interior continuaban con vida. Esa era su alegría, su risa; por eso brillaba su rostro bajo las canas.
"Es bueno-pensó- probar personalmente todo lo que hace falta aprender. Desde niño, desde mucho tiempo, sabía que los placeres mundanos y las riquezas no acarrean ningún bien; pero ahora lo he vivido"...
Mucho tiempo permaneció meditando acerca del cambio que se había producido en su ser. Escuchó al pájaro que trinaba alegre. ¿No había muerto el pájaro en su interior? No; en Siddharta había muerto algo muy distinto que desde hacía tiempo deseaba sucumbir.¿No era su yo, el yo pequeño, temeroso, orgulloso, con el que había luchado durante tantos días, el que siempre le vencía, el que después de cada penitencia volvía a surgir y le quitaba alegría, y le daba temor? ¿Acaso no era eso lo que por fin hoy había encontrado la muerte, allí en el bosque, junto a ese río idílico? ¿No era esa muerte por lo que Siddharta había vuelto a ser niño, y sintió confianza, alegría y temeridad?.
Ahora también comprendió por qué había luchado inútilmente contra ese yo, mientras era brahmán o asceta.¡Se lo había impedido el exceso de sabiduría, versos sagrados, de reglas para sacrificios, de mortificaciones, la excesiva ambición....
...Su yo se había escondido en ese sacerdocio, en aquella erudición e intelectualidad...
...Por todo ello tuvo que lanzarse al mundo, perderse entre los placeres y el poder, la mujer y el dinero; Se había tenido que convertir en comerciante, jugador, bebedor, glotón, hasta que le brahmán y el samana de su interior se murieran...
Muerto, un nuevo Siddharta había resucitado. También este se volvería viejo, también tendría que morir algún día; Siddharta era transitorio, como pasajera es toda formación. Pero hoy estaba en plena forma, joven como un chiquillo, un nuevo Siddharta. Estaba lleno de alegría. Meditaba todas esas ideas, escuchaba sonriente su estómago y agradecía el zumbido de la abeja.


Siddharta- Herman Hesse

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