PALITO DE CANGREJO

A veces me siento como el pez que ha sido atrapado en la red y, sometido a su implacable estructura junto con otros habitantes de las profundidades marinas, es elevado sobre su superficie chorreando entre una sinfonía de aleteos. Vislumbro a escasos metros una enorme maquinaria metálica ocupada por hombres laboriosos que maniobran para acercarnos a su cubierta.  Es en ese instante en el que mi mirada vidriosa y saltona intenta, en vano, desentrañar el misterioso final que me espera. Acabo sucumbiendo al desánimo de no poder comprender debido al minúsculo tamaño de mi cerebro, el proceso por el que finalmente en breves horas, sólo seré una compacta masa de surimi empaquetada bajo el injusto e inexacto nombre de palito de cangrejo.