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domingo, mayo 20, 2012

EL DOLOR EN EL INFINITO



La posibilidad de la infinitud de nuestro universo, supone una clara fuente de inquietud para cualquiera que profundice en lo que ahora expongo. Pensemos en esta hipótesis y sus consecuencias, entre las que incluyo mi temor al dolor. Dejemos claro que en un universo infinito existen sucesos infinitos, lo que implica que TODO suceso se repite. Por ejemplo, pensemos en un libro cualquiera, como El Quijote. Éste no deja de ser una sucesión de caracteres, letras, que, ordenadas,  forman palabras que a su vez integran frases. Si metiéramos en un programa informático todas las letras del alfabeto conjuntamente con los signos de puntuación y fueramos combinándolas aleatoriamente, llegaría un momento en el que tendríamos frente a nosotros la magna obra de Cervantes. Ya se realizó este experimento, en una universidad, que obtuvo como resultado un soneto de Shakespeare.
Pues bien, la existencia del infinito implicaría que ante una combinación infinita de letras, obtendríamos todas las obras literarias escritas hasta el momento y, lo que es aún más inquietante, todas las que están por escribir. Con este ejemplo literario, creo que nos podemos empezar a acercar al concepto del infinito. Aceptar que el universo es infinito, supone aceptar la multiplicidad simultánea y sucesiva de todos los elementos y hechos que conforman nuestras vidas. Gráficamente, sería aceptar que yo estoy escribiendo este texto ahora en la habitación de mi piso de  Zaragoza, pero que voy a seguir haciéndolo infinitas veces en múltiples escenarios, y que quizás esto ya haya sucedido antes de sonarme el despertador esta mañana. Todos nuestros actos y pensamientos llevarían surcando el infinito como una nave olvidada en el espacio, aunque en este instante le estemos echando el lazo a alguno de ellos, para luego liberarlos como si se tratara de peces pequeños. Y así desde el origen del tiempo. Aunque la palabra origen no encaje en este puzzle. Aceptar todo lo anterior tiene algo de mágico y de trágico. También corremos el peligro de agachar la cabeza ante tanto peso. Demuestra además que en alguna ubicación estoy naciendo y en otra muriendo. Y así ha sido siempre y así será hasta el final de los tiempos. Aunque este final no exista, ya que fue devorado por el infinito tras vencerle en justa lid, en el primer combate que tampoco pudo suceder.

1 comentario:

Pepe Deapié dijo...

Yo veo más bien el infinito como un concepto útil. No le otorgo esa materialización que le das. Ciertamente, al contacto con el concepto, todo se vuelve extraño e incluso muy extraño.
Un saludo.