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lunes, octubre 10, 2011

EL CORSARIO - LORD BYRON





No tememos la muerte si nuestros enemigos perecen con nosotros. ¡ Nada tan triste
como el tedio de la inactividad ! Que venga cuando quiera. ¡ Nos encontrará gozando
de la vida ! Puesto que hemos de perderla, ¿ qué importa que nos la arrebate la lucha
o la enfermedad ? Quienes encuentran atractivos en la decrepitud, que pasen sus
achacosos años en el lecho del dolor, con la cabeza paralizada temblando sobre sus
hombros y el pecho angustiado por la fatiga. Para nosotros, el húmedo y fresco césped;
para ellos, el lecho de la fiebre. Mientras entregan sus almas agotadas entre congojas
y estertores, la nuestra nos abandona sin angustias y de un solo salto. Sus cadáveres
pueden vanagloriarse con una urna o una mezquina fosa. Quienes los maldijeron  en
vida llenarán de flores sus tumbas. Pocas lágrimas caen sobre las nuestras, pero son
sinceras; cuando el océano nos sirve de lecho y sepultura, un banquete nos llora y
las copas de nuestros compañeros se vacían en honor nuestro. Eso es la lápida que
perpetúa nuestras hazañas en los días de gran peligro. Cuando los que sobreviven se
reparten el botín, en sus rostros entristecidos se refleja el dolor de nuestra ausencia.
¡ Qué feliz momento sería este para el corazón de los valientes que ya no existen !

Canto I,   El corsario,  Lord Byron

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