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miércoles, septiembre 21, 2011

LA SOMBRA

Veo la elástica Sombra del cactus alargarse. Tira de ella el Sol en su huida.
Medita la Sombra sobre su existencia. De su padre, el cactus, admira su firmeza.
Valora su protección materializada en la unión de sus respetivas bases, desde el
lejano momento de su nacimiento doce horas atrás. La madre tierra acoge su reptar
sigiloso, exponiendo la piel desde el alba hasta el ocaso, otorgándole cobijo, apoyo
y camino.
La Sombra nota cercano el aliento de la muerte. El miedo a lo inevitable emponzoña
su relación con Dios. Él, el Sol, se retira. Traición, impiedad: piensa. De alguna forma,
al llegar la noche, todas las sombras del desierto desaparecerán engullidas por una
gran negritud; integradas en la uniforme oscuridad, tenuemente azulada por la Luna.
Mañana, al amanecer, el cactus sentirá el cosquilleo de una nueva concepción a sus
pies y lo cederá a la tierra para que lo amamante de ilusiones. Pronto se hará preguntas
la nueva Sombra.

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