La economía española se sustenta actualmente
en dos pilares como son la construcción y el turismo,
ya que ha ido abandonado paulatinamente el sector
agrícola, y la mundialización hace que la deslocalización
arranque de cuajo la esperanza de tener una industria
competitiva.
Cerraremos el año con cerca de 800.000 nuevas viviendas
gracias a la gran demanda en la que se apoya el sector,
debido fundamentalmente a los bajo tipos de interés y
al crecimiento de la población sustentado en la inmigración.
Una inmigración que viene a España precisamente por las
posibilidades que le da el floreciente mercado inmobiliario.
El pez que se muerde la cola.
Podemos concluir, pues, que la economía española
se mantiene en unos crecimientos altos, comparado
con su entorno, pero con unas fuertes dependencias
que la hacen muy sensible a las amenazas que explico
a continuación:
La subida del precio del petróleo, que está empujando
la inflación, provocando a corto plazo una subida
de los tipos de interés. Y ya conocemos los efectos
de esta medida, ralentización del crecimiento económico y
de la demanda interna, en concreto, una fuerte caída
de la demanda en el mercado de la vivienda de la que
ya hemos visto anteriormente su importancia.
La ampliación de la Unión Europea, que va a afectar
sobre todo a países como España, que van a pasar de
ser receptores netos de fondos a donantes netos,
influyendo decisivamente en nuestra agricultura y
obras públicas.
La balanza de pagos que año a año presenta más desequilibrios.
Cada vez compramos más fuera de España
y exportamos menos.
Creo que ya es hora de que se tomen medidas estructurales
que incidan básicamente en potenciar y revitalizar
nuestra industria y nos prepare para lo que se nos avecina,
con políticas reales de apoyo a la I+D y flexibilizado
nuestro mercado laboral, entre otras.
1 comentario:
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