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sábado, marzo 07, 2015

El vaso de Sonia






El único recuerdo de Sonia que le quedó a Javier fue el vaso de agua que había en su mesilla de noche la mañana del accidente. Con el ajetreo de las llamadas de teléfono, la visita al anatómico forense, los abrazos y los no sé que decir, la casa quedó vacía y sin recoger durante un tiempo. Pese a la insistencia de sus amigos, decidió volver al sexto día y organizarlo todo, incluyendo su nueva vida. Donó la ropa y guardó en una caja que bajó al trastero, las cremas, los lápices de labios y demás productos de higiene. No reparó en el vaso hasta pasadas tres semanas. Su primer impulso fue el de lavarlo, pero se quedó inmóvil y gimoteando como un bebé frente a él. Prefirió dormir a partir de ese día en el dormitorio de invitados, para evitar enfrentarse al vaso de Sonia. Esa misma noche soñó con un tigre rugiendo que ocupaba el lugar del vaso. Se levantó de la cama, cruzó a oscuras el pasillo y vio el dormitorio iluminado por el vaso de agua brillando con reflejos negros y naranjas. La siguiente noche soñó con un mar embravecido sobre el que flotaba a la deriva la mesilla de Sonia. Asomó la cabeza y observó unos destellos azules que relampagueaban desde el fondo de la casa. La noche que soñó con el alud de nieve, una potente luz transformó la noche en día. La noche del volcán, el vaso manó lava que solidificó al tocar el suelo embaldosado.

1 comentario:

Recomenzar dijo...

me gusta tu escrito es simple y muy bueno