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sábado, febrero 25, 2012

Revelaciones - Pere Gimferrer



Como si hubiese muerto, y en la tarde
dominio fuese el cielo, la luz nube,
concreto enigma del pájaro indeciso
que entre el aire y el árbol vuelos urde,
dad paso al pleno ser, abrid la aceña
a la leal corriente de lo inmune.
¡Azul, combo silencio en unos párpados
que tu peso rehuyen!
¡Que otro mundo veamos, y no sea
del todo nuestro cuanto nos circunde!
Con nombrados ¿qué sé, sino los nombres
que vuestro bulto al tiempo restituyen,
objetos seres? ¿Qué palabra puede
tentar la arista que en el éter hunde
vuestra materia, la presente quilla
que aflora en brusco desgarrón de luces?
¿Ser es saberse ser? Si tal, ¿milagro
de lo inefable? ¡Hacia otro estío puje
la encajera de rosas, primavera!
¿Ser es saberse ser? Mis nervios crujen.
¿Ser? Heme aquí: ¡verdad
inapreciable! No las ves, trasluce
de muy lejos, tal raya de ceniza
que al horizonte cerros atribuye
y allí no están. Ved así al chopo: muestra
ante el cierzo de octubre
ora un color, ora el cotrario, y nunca
la voluntad de su contorno supe.
Así el ser conjurado en su secreto,
tanto y tal es, y a su verdad refluye.
Mas ¿quién sería osado a decir: esto
late en mis manos, su perfil retuve
en el recuerdo, mi poema ciñe
su cabellera núbil?
Celaje: concreciones de lo ido.
Llama exige llama. ¿Quién, qué cubre
el firmamento, qué cascada unánime
sublima en fuego insitos azules?
Así fue, así será. ¡Remonte el árbol,
cambiante norma de lo que transcurre,
la luz del día de lo que no es, y clame
porque el mástil del tiempo en sí perdure!

Revelaciones - Otros poemas (1964-1967) -  Pere Gimferrer

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