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lunes, diciembre 05, 2011

LA CRUZ Y LAS HORMIGAS

Fue cosa del Vicentico. Sí, seguro, de quién si no. Sólo a él se le pudo ocurrir subir a la era
con un crucifijo, desenclavar al cristo y untarlo con miel. El tiempo, el aislamiento y un ejército
de hormigas recolectoras hizo el resto.
Que fuera doña Remedios quien se topara en primer lugar con la ennegrecida cruz cubierta
de varias capas de hormigas; eso ya tuvo que ser cosa de Dios, que reclamó, así,  de tan abrupta manera, a tan devota hija a su vera.
Y que una semana más tarde encontrara el Timoteo el cadáver de doña Remedios tirado
a pocos pasos de la pululante cruz, en la que confluían hileras interminables de hormigas
provenientes de toda la comarca, sin prestar atención a su carroña, incluso evitándola dando
un rodeo, eso ya tendrá que ver con los sabores y los gustos. Que las hormigas, pienso yo, que también tendrán ese sentido.

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