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domingo, mayo 08, 2011

EL SUEÑO DEL SULTÁN

Camino solo y desnudo. Calculo que debo llevar largo tiempo haciéndolo. Intento
mantener la mirada fija en el horizonte y así evitar contemplar los cientos de cuerpos
desnudos y sin vida que jalonan las cunetas. Parecen estar dormidos, por lo que
deduzco que la muerte ha llegado a estos parajes recientemente, y a juzgar por sus
semblantes y sus posturas, les ha alcanzado por sorpresa. Desconozco mi nombre y
cómo he llegado hasta aquí. Tampoco sé si merece la pena seguir andando. No veo
árboles ni montañas ni ríos. Solo piedras, polvo y cadáveres. Un cuerpo llama mi atención.
Está a unos treinta pasos. No puedo retirar la mirada del bulto. No le veo el rostro pero
me resulta familiar. Acelero mis pasos hasta llegar a él. Intuyo que voy a arrepentirme
de lo que voy a hacer. Me agacho. Le sujeto de un hombro y le doy la vuelta con lo
que queda mirando al cielo. Un relámpago que nace en mi pecho acaba estallándome
en las sienes. Caigo de espaldas ante lo que veo. Retrocedo ayudado por manos y pies.
Mi cadáver con la boca y los ojos abiertos e inexpresivos parece contemplarme. No
puedo respirar. Me incorporo a trompicones. Intento huir y sin embargo mi cuerpo
no responde. Le grito a la muerte. Nadie ni nada pueden escucharme; pero el sonido
se abre paso, poderoso, a través del vacío. Una ráfaga de viento se lleva los ecos.
Reanudo la marcha.

4 comentarios:

marikosan dijo...

Y sin embargo no estás muerto puesto que puedes continuar. Dicen que si sueñas con tu muerte de la impresión te da un infarto y te mueres de verdad, pero claro, que me pregunto yo, ¿ha vuelto algún muerto para corroborarlo?.

Ultrasounica dijo...

Y ¿quién no ha soñado con su muerte?

mimarzgz dijo...

Quizá al soñar con la muerte liberamos la tensión que nos produce su realidad

Ultrasounica dijo...

Pues es muy angustioso...