EL FARAÓN YA NO TIENE SÚBDITOS

Una mañana Mubarak se despertó, se asomó a la
ventana y vió a su pueblo en las calles pidiendo
que les devolviera las llaves del país.
Malhumorado y mientras se afeitaba, mandó a la
odiada policía a poner orden en las calles. La policía,
impotente, huyó en estampida ante la multitud.
Entonces al terminar el té de las cinco, envió al ejército
a poner orden. Pero el ejército, que es respetado por
el pueblo, respondió a ese sentimiento poniéndose de su
parte.
Se acostó nuestro faraón con ardor de estómago, pero
lo achacó al picante de la cena.
Ya por la mañana, decidió enviar a civiles con palos
y piedras a golpear a los empecinados manifestantes.
Al fin, y tras centenares de muertos y miles de
heridos, decidió abrirse un usuario en Facebook, Twenti
y Twitter, con el nick de Faraón, y ver que es eso
de las redes sociales, mientras su mayordomo terminaba
de cerrar las maletas.