Al despertar de la anestesia, miró al ginecólogo que
permanecía inmóvil de pié junto a la cama. El rostro
de éste se alejaba de ser tranquilizador, lo que inquietó
a nuestra mamá. Notando la zozobra de la encamada,
el médico habló:
- Señora, las constantes vitales son las normales en
un recién nacido, pero hay una peculiaridad-.
-¿Cuál?- inquirió ella.
- Lo que usted ha dado a luz no es un bebé humano,
es un... ángel-.
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