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sábado, abril 12, 2008

VEJEZ



El corpachón encorvado y vencido
empuña las llaves que no atinan.
La misma puerta, la misma ranura,
el mismo afán.

El primer obstáculo rendido
cede el paso al chasquido y
una luz desprovista de vida
da la bienvenida de siempre.

La mano angulosa se aferra
golpeando la pared del pasillo,
e inmediatamente la otra cae
sobre el taquillón complacido
en su utilidad, cubierto
por un crujido de llaves y huesos.

Pasos lentos
dolor mudo
vacío rotundo

Al girar; los cuadros
pintados por su compañero desaparecido
y las orlas de sus nietos
le observan como nubes quietas, severas.

Se detiene
acaricia un lienzo
resopla
y decidida arrastra
el cuerpo a la salita.

El corpachón encorvado y vencido
cae sobre el mismo sillón.
La cabeza inclinada
la mirada perdida.

Sólo recuerdos;
hermosos los que más duelen,
tiran de los cordones del corsé
de la soledad.

Un sueño compasivo
entra como un soplo
y la envuelve
y la mece
sacando sonrisas antiguas
alientos cálidos...

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