Cuando nuestras manos se rozaron de forma fortuita
reímos inocentes y, sobresaltados,
saboreamos ese instante.
Apenas hubo palabras, no hicieron falta.
Cuando nuestras manos se rozaron de forma fortuita
reímos inocentes y, sobresaltados,
saboreamos ese instante.
Apenas hubo palabras, no hicieron falta.
Siempre he tenido curiosidad por saber cómo se inicia una relación íntima de pareja entre dos compañeros de trabajo.
Entiendo que quizá sea así:
-¡Mierda, me he quedado sin grapas! Sonia, no tendrás unas grapas para dejarme.
-Sí, claro, toma.
-No sé cómo agradecerte esto, ¿no querrás venir a cenar esta noche a mi casa e ir conocer a mis padres el próximo domingo?
En ocasiones, tras una actitud errática u obsesiva encontramos un ser humano que lo único que intenta es mantenerse a flote.
Posiblemente no sea casual que el sexo satisfaga en un solo acto nuestros cinco sentidos.
El tacto es indiscutiblemente el que encabeza al resto.
Pero no olvidemos a la vista,
que nos ayudó a seleccionar la compañera y a disparar nuestra imaginación.
Por el olfato y el gusto validamos su idoneidad y nos remontamos al primer coito ancestral.
Finalmente, el oído nos llevará en volandas al placentero final manteniendo firmemente nuestra atención.
La Naturaleza, por un deseo coqueto de perpetuar su contemplación, echó el resto con nuestra especie.