No es necesario estar dotado de un especial don de la observación para darse cuenta de que el ser humano encierra dentro de sí
al monstruo y
al ángel. El modo en que cohabitan en tan reducido espacio es un misterio. Las causas de tan extraña coexistencia son múltiples y para desentrañarlas necesitamos estar bien dotados de ese don de la observación que mencionaba antes. Necesitamos, además, arrobas de curiosidad y paciencia. El viaje no es cómodo y exige un buen calzado, paquetes de pañuelos desechables y termómetros de miedo.
1 comentario:
Somos duales amigo. El viaje al interior de cada ser humano da miedo y también satisfacciones. Nos encontramos con nuestras sombras. Lo importante es ser conscientes, aceptarlas y transformar.
Saludos.
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