Francisco Tamayo fue un inventor genial pero sin suerte. Inventó el primer fusil sin retroceso y unas balas inteligentes que esquivaban el contacto con la carne humana. El día de la presentación a la prensa la expectación era máxima. Se colocó Francisco frente al arma que disparó un francotirador. La bala inteligente perforó la camisa, la piel, la carne y el corazón de Francisco que cayó fulminado. Ciertamente la bala era inteligente y estaba bien diseñada, pero las horas de espera en la cámara del fusil, le hicieron llegar a la conclusión de que se le pedía traicionar la memoria de millones de antepasadas que fueron disparadas con la ancestral inclinación humana a matarse mutuamente.
1 comentario:
Realmente impactante...
Saludos
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