Hombres necios que acusáis...
Hombres necios que acusáis
a la mujer sin razón, sin ver que sois la ocasión de lo mismo que culpáis. Si con ansia sin igual solicitáis su desdén. ¡Por qué queréis que obren bien, si las incitáis al mal! Combatís su resistencia y luego, con gravedad, decís que fue liviandad lo que hizo la diligencia. Parecer quiere el denuedo, de vuestro parecer loco, al niño que pone el coco, y luego le tiene miedo. Queréis con presunción necia hallar a la que buscáis, para pretendida, Thais, y en la posesión, Lucrecia. ¿Qué honor puede ser más raro que el que falto de consejo, él mismo empaña el espejo y siente que no esté claro? Con el favor y el desdén tenéis condición igual, quejándoos si os tratan mal, burlándoos si os quieren bien. Opinión ninguna gana, pues la que más se recata, si no os admite es ingrata, y si os admite es liviana. Siempre tan necio andáis, que con desigual nivel, a una culpáis por cruel y a otra por fácil culpáis. ¿Pues cómo ha de estar templada la que vuestro amor pretende, si la que es ingrata ofende, y la que es fácil enfada? Dan vuestras amantes penas a sus libertades alas, y después de hacerlas malas las queréis hallar muy buenas. ¿Cuál mayor culpa ha tenido es una pasión errada, la que cae de rogada o el que ruega de caído? ¿O cuál es más de culpar, aunque cualquiera mal haga, la que peca por la paga o el que paga por pecar? Pues, para qué os espantáis de la culpa que tenéis queredlas cuál las hacéis o hacedlas cuál las buscáis. Dejad de solicitar, y después, con más razón, acusaréis la afición de la que os fuere a rogar. Bien con muchas armas fundo que lidia vuestra arrogancia, pues en promesa e instancia juntáis diablo, carne y mundo. |
SOR JUANA INÉS DE LA CRUZ 1651-1695
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