Desde el día que despertó de esa horrible pesadilla, Andrés temió morir a causa del desprendimiento de alguna teja o cornisa. Ni la familia ni los psicólogos consiguieron extirparle el temor que se escondía en algún rincón del cerebro. Creció entre tropiezos, choques y reproches; algo que suele pasarles a quienes prestan más atención al cielo que al suelo. Actualmente Andrés trabaja de guarda forestal a sueldo de la Diputación Provincial. Vive solo en la atalaya desde la que otea el bosque. Es feliz observando como vigilan las ardillas a las rapaces que sobrevuelan sus cabezas.
Tremenda historia, mimarzgz, y una gran solución al problema. Yo tengo claustrofobia y me asusts el Tubo de la Resonancia Magnética, es como si quisiera que me mandaran al mundo del ahora guarda forestal.
ResponderEliminarA veces Zaragoza se parece al tubo de resonancia magnética...niebla, niebla y más niebla...
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