Que el temperamento español navega cómodo en las abundantes y tempestuosas aguas de la hipérbole y la ciclotimia, creo que es un hecho constatado históricamente.
Pero lo de la celebración de la victoria del mundial de fútbol está desbordando esas aguas. Y lo dice un servidor al que no le gusta el "deporte rey" y pese a eso, el domingo, perdí la voz con el grito del gol de Iniesta.
Si no fuera por ese toque de locura e individualismo que con el que nos sellan al nacer, España sería un país fácilmente gobernable.
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