Lo peor de los sueños es cuando,
después de lo soñado
y antes de despertar,
debe uno dejar barridos y fregados
los escenarios del sueño.
Frotar esa mancha que no se va
que dejó el paso de la jirafa.
Recoger el globo y acomodarlo dobladito
en el cajón de los resortes voladores.
Retirar el fino polvo amarillo
que, adherido a los pies, quedó luego esparcido
sobre el mármol del palacio
cuando regresamos del desierto.
En fin, lo que se dice limpiar:
hacer desaparecer el rastro de nuestra presencia
para que, cuando sueñe el siguiente,
se encuentre todo como nuevo.
De igual manera
a cuando uno se marcha
de una casa prestada...
¡si es que se tiene educación!
El final de los sueños de Marcz Doplacié
Buen aporte, mimarzgz, como siempre.
ResponderEliminarFeliz noche.
Este libro no tiene desperdicio. Un hallazgo.
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